Hoy es 1 de Mayo, día internacional del trabajador, establecido así en conmemoración a diferentes luchas de los obreros de distintos países que decidieron manifestarse y exigir el derecho a una jornada laboral de 8 horas, haciendo valer la máxima “Ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa’’. Aquí iniciaba una cultura en la que los empleados se identifican como una institución fuera de su empresa.
Nuestra cultura entiende que una empresa es propiedad de una persona o un grupo determinado de personas, que buscan un beneficio, y de hecho, muchas veces es así; aunque los empresarios de mayor éxito han demostrado que el triunfo de sus empresas se lo deben a todo su equipo de trabajo. Y es ese mismo el tema del que nos habla el C.P. Carlos Kasuga Osaka en su charla de los “Aspectos Más Importantes de la Cultura Empresarial Japonesa”: el trabajo en equipo.
Kasuga comenta que en su empresa no existen las llaves, sin embargo existe una plena confianza entre todos sus empleados, desde el de mayor rango hasta el del menor. Cualquiera podría intentar confiar pero ‘’Estamos en Honduras’’; esta es una de los mayores dichos populares de nuestro país. ‘’Se puede eliminar la delincuencia, pero estamos en Honduras; puedo llegar al éxito, pero estamos en Honduras’’, y así nos refugiamos en la pobre justificación del país donde nacimos. Los Japoneses nos recuerdan que no hace falta estar en ‘’las mejores condiciones’’ para lograr prosperar, ¿No fue Jesús el que nació en un pesebre? nos demuestran que las personas con los mejores valores y la mayor firmeza moral son las personas aptas para los puestos de ejecutivos.
La cultura Japonesa nos manifiesta el espíritu de optimización, un apetito por mejorar cada invento que les resulte interesante. Una actitud de cero conformismos. ¿Por qué conformarme con hacer las cosas bien si las puedo hacer muy bien? ¿Por qué conformarme con aprobar el curso si puedo luchar por la excelencia académica? ¿Por qué conformarme con tener un buen empleo si puedo emprender con mi propia empresa? ¿Por qué conformarnos con un país pobre de voluntad si podemos contribuir para hacerlo el más productivo de la región?
El segundo punto del que habla el Señor Kasuga es el respeto por el medio ambiente. ¿Cuándo fue la última vez que recuerdo haber plantado un árbol? ¿Cuándo fue la última vez que recordé que el agua no es un recurso infinito? Nos quejamos por ‘’El Calor de San Pedro Sula’’, pero solo lo solucionamos instalando aires acondicionados que se introducen en el círculo vicioso del consumo de energía eléctrica producida con recursos fósiles, que además aumenta la emisión de gases de efecto invernadero y hace que ‘’el calor de San Pedro Sula’’ sea aún mayor. Pedimos pero no ofrecemos.
Esto nos lleva al tercer punto del que se habla en la conferencia: La Religión. La mayoría de los hondureños nos consideramos cristianos, rezamos y pedimos salir de nuestra situación, pedimos ayuda a Dios pero pocas veces ofrecemos algo a cambio. Pido aprobar mi examen pero no he estudiado; pedimos un país con mejores oportunidades pero no las buscamos ni intentamos crearlas; pedimos una buena recompensa pero no damos el 100% de nuestro esfuerzo. Los sindicatos japoneses ofrecen un pliego de ofrecimientos en lugar de un pliego de peticiones. ¿Qué pasaría si los médicos de las instituciones públicas ofrecieran la mejor calidad de atención en lugar de pedir aumentos salariales cada año? ¿O si ofreciéramos una conducta ejemplar en clases en lugar de pedir ‘’puntos extra’’ cuando los queramos?
Carlos Kasuga nos invita a enfrentar la vida con una actitud de ‘’si puedo’’, nacimos a imagen y semejanza de Dios; si otros como yo han sido capaces de lograr grandes resultados, yo también soy capaz y puedo, incluso, intentar superarlos. Solo hace falta un poco de voluntad y templanza con respecto a las expectativas con las que iniciamos. Un filósofo decía que la verdadera felicidad se lograba sin desear lo que no podemos tener. No podemos esperar que una empresa nos regale la lotería en el primer año de función. Tampoco podemos esperar que crezca si le estamos retirando dinero frecuentemente para complacer nuestros gustos. Es como esperar que se llene un vaso con un agujero al fondo.
En conclusión, nosotros los hondureños somos los responsables de construir el país que tanto pedimos. Cada uno de nosotros, ofreciendo toda nuestra labor; trabajando, más que por nuestro bienestar y por nuestra bonanza, por la prosperidad de un país y por el porvenir de una generación fructuosa que agradecerá la actitud de los que decidimos cambiar ahora, así como yo agradezco a quienes ya decidieron cambiar.
Eduardo Osorio, 1 de Mayo de 2012